Nuevos horizontes para la factura electrónica en Bizkaia

Hace tiempo, para mí desde un ya lejano 15 de enero de 2015 que, como proveedor de las Administraciones Públicas, tengo la obligación de facturarles electrónicamente y con una gran variedad de casuística: unas las quieren blancas, otras negras, otras no saben y otras, pues no contestan. Ojo con estas, que son las que más guerra me dan para poder hacerme un sueldo a final de mes.

Tanto teje y maneje, tanto ir arriba y abajo me tuvo completamente mareado en su día. Normativa que no entendía, cosas que me parecían ilógicas y tratamientos especiales que nadie, absolutamente nadie sabía cómo resolver electrónicamente, porque en papel jamás hubo problema, claro, todo tenía cabida. Eso es lo que acostumbra a pasar cuando se ponen cimientos con materiales reaprovechados o simplemente de poca calidad. Los refritos siempre acaban dando problemas. Y los dieron. Y desgraciadamente por la complejidad del tema, seguirán habiendo. Al tiempo, sino.

Ya os expliqué en su momento que, para no perderme en este camino hacia lo electrónico y con el gran estímulo de intentar comprender cómo sería mi segunda jornada a partir de la implantación obligatoria de la factura electrónica, en su día empecé a escribir un diario, mi cuaderno de bitácora. ¿Lo recordáis?

Allí están retratados mis tres últimos años en cuanto a factura electrónica se refiere, y a veces, debo confesaros que cuando lo cojo entre mis manos tranquilamente sentado en el sofá después de una dura jornada laboral, lo miro, lo leo y pienso… ¡Cuánto hemos evolucionado y yo he sido testigo directo de este giro circunstancial viviéndolo en primera persona! ¡Qué facilidad enviar una factura conectado a internet sin tener que gastar ni un sobre ni un sello, he ahorrado tanto en zapatillas…!

Si parece que todo se haga solo… Es tal la rutina a la que me he acostumbrado que yo, que era fiel defensor del papel, ahora, año y medio después, no podría vivir sin la factura electrónica. Sí, reconozco que el tema me va, me gusta y me entretiene, y ahora que ya conozco todos los tics y manías de las Administraciones con las que trabajo, teniéndolo todo bajo control, pues la verdad… no lo veo tan complicado. Todo funciona, cumplimentación, casuística, firma… ¡¡Y además, las cobro!! Con algún que otro retrasillo, pero las cobro.

Por tanto, puedo decir orgulloso y sacando pecho: “Soy autónomo… facturo electrónicamente a la Administración”.

 

La facilidad con la que se complican las cosas

Todo esto que os explicaba, pero, no está exento de consecuencias porque, porque como reza el título, algo tan sencillo y común como es enamorarse, repercute, seriamente en la vida laboral.

El año pasado me permití un lujo al que muchos autónomos les está vetado: cogerse vacaciones. Cuando las circunstancias económicas globales de un país son pésimas y apuñalan a los contribuyentes, tomarse unos días de descanso es para unos cuantos algo impensable. O trabajas o literalmente, aquel mes no cobras.

Afortunadamente, trabajo abundante durante el año y una buena gestión en cuanto a mis obligaciones fiscales se refiere me animó a ir a una librería, elegir una guía turística, liarme la manta a la cabeza y… a disfrutar. ¿Destino? Bilbao. Y allí conocí a Ainhoa, una autónoma también, y que ese año no tuvo vacaciones.

La cosa se complicó entre nosotros y hace justo dos meses que me he trasladado a vivir con ella a Bilbao. Trabajo no me falta, gracias a Dios y continúo facturando electrónicamente con las nuevas Administraciones con las que trabajo. Metodología. Pura rutina.

Ainhoa, a quien le encanta leer, se ha reído y entretenido mucho con mi cuaderno de bitácora. Es inquieta y siempre está al día -por su trabajo- de todas las novedades legales y sensiblemente cuando se trata de facturación, pues, casualmente, como yo, se pasa parte de su otra jornada laboral buceando entre un mar de albaranes, pedidos y facturas, pero ella en papel aún. Fue ella quien me anunció a bombo y platillo, desesperada y medio despeinada que su tranquilidad se había acabado, que aquello era el fin.

Ni corto ni perezoso, cogí mi cuaderno de bitácora. La última entrada era del 30 de abril del 2015. Había transcurrido más de un año y la factura electrónica continuaba estando en su sitio. Sin cambio. Quieta y modosa. Sin acuchillar a traición. Y seguidamente escribí:

 

BOB 17 de junio de 2016

A partir del 1 de julio de 2016, en Bizkaia se amplía el catálogo de obligados. Si durante el año anterior, el conjunto de todas tus ventas ha superado los 5.000 Euros, quedas obligado a facturar electrónicamente a la administración. Además si combinas papel y factura electrónica, el hecho de presentar una factura electrónica te obligará a presentar el resto de esta forma.

Nota para Ainhoa: pásate a la factura electrónica, cariño, y no lo demores más. Todo son ventajas aunque ahora lo veas negro, negro… (La voz de la experiencia).

Dejé mi cuaderno de bitácora abierto encima de la mesa de desayuno para que Ainhoa lo viera nada más levantarse. No estoy seguro de que le guste, pero no me cabe la menor duda de que esbozará una sonrisa que dejará entrever a los primeros rayos de sol su perfecta y blanca dentadura. ¡Qué afortunado el sol!

 

Teresa Roca (Legal Expert)

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